Ayer me puse ha echar números y no veáis lo difícil que es.
Empecé por el 1, como es normal, pero de repente se dio la vuelta y se puso en una postura amenazante, que pensé, mal empezamos. Lo dejé a ver si se cansaba y luego volver.
Me fui entonces a por el 2, que siempre va junto con el 5 porque como sabéis son primos, aunque parecen hermanos, se engancharon de tal manera el uno con el otro, que no había forma de hacer nada. Cansado, voy a por el 3, un número muy tímido sin parecerlo, este se escondió detrás del 8, el cual de seguida se puso a la defensiva, se tumbó de tal forma que parecía decir... Puedo permanecer así hasta el infinito.
Más tarde pasé a por el 6 que se junta mucho con el 9, yo los llamo los gemelos, se mueven de tal manera que los confundo y me vuelven loco.
Me volví en busca del 7, pero este sabe moverse muy bien por los rincones, en ese momento me topé con el 0, salí corriendo tras el pero comenzó a rodar y acabó por agotarme.
En ese momento, me dejé caer en el sofá para descansar y cuando reposaba me di cuenta, a través del reflejo del cristal, que el número 4, del cual me había olvidado, pero ya desistí de hacer nada.
En fin, ahora me doy cuenta de que me hubiera encantado ser de letras.
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